El carbón vegetal no
sólo ha tenido usos energéticos desde los inicios de la humanidad, los primeros
dibujos del hombre se realizaron con este material entre otros. Los egipcios no
sólo lo utilizaron en sus grabados sino que también le dieron usos medicinales.
Actualmente este material es utilizado en la fabricación de los filtros de
carbón activo cuyas aplicaciones abarcan un gran grupo de actividades
industriales. Tres mil años antes del nacimiento de Cristo ya se utilizaba
carbón vegetal para la fundición del cobre y más tarde del hierro (sobre el año
700 a.C.).
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, Philippe Lebon registró una patente para el uso del gas de madera o carbón de madera para alumbrado o calefacción. Este desarrollo propició posteriormente la aparición del gas de hulla, o gas ciudad, cuyos costes de producción eran inferiores. En 1829 en la localidad de Valsaín se puso en marcha un sistema de aserrío con rueda hidráulica que accionaba 13 sierras. Este sistema cesó su actividad en 1833, retomándose en 1894 cuado el Patrimonio Real construye un aserradero accionado a vapor.
El vapor se generaba mediante dos calderas alimentadas con residuos de
la actividad de aserrío, desde las cortezas hasta los residuos de aserrado. Una
máquina de vapor, de origen belga, basada en la patente norteamericana de G. H.
Corliss, con un gran volante de inercia de 4,9 metros de diámetro, hacía
funcionar las sierras a través de una correa transmisora y poleas. En España al
finalizar la Guerra Civil las dificultades de abastecimiento de petróleo dieron
lugar al uso del gasógeno. Este sistema permite obtener gas a partir de
biocombustibles sólidos, como la madera, y con él alimentar el motor de los
automóviles. Para ello, fue necesaria la adaptación de los vehículos que debían
transportar estos biocombustibles sólidos en remolques.
Muchas de estas
aplicaciones terminaron abandonándose por falta de rendimiento o por los
menores costes de otros combustibles convencionales alternativos. Pero las
circunstancias han cambiado en la actualidad. La subida de precios de los
combustibles convencionales, las necesidades de autosuficiencia energética y
sobre todo los objetivos medioambientales de nuestra sociedad hacen patente la
necesidad de volver a utilizar nuestros productos energéticos naturales.
También ha cambiado el estado tecnológico de la biomasa, esto hace que su uso
tenga un alto rendimiento.
Por
tanto con un umbral de rentabilidad económica que en muchos casos supera a las
alternativas convencionales (especialmente en aplicaciones térmicas). Por todo
ello, es bueno concluir intentando despejar las dudas en torno a tan
heterogénea energía. Podemos recordar las
leñas, pero también las calderas de biomasa de muchas industrias forestales, o
aplicaciones más ambiciosas como las antiguas calderas de biomasa del
aserradero de Valsaín, que generaban un movimiento rotativo para accionar las
sierras.
Fuente: Energía de la biomasa