Las aplicaciones térmicas con producción de calor y agua
caliente sanitaria son las más comunes dentro del sector de la biomasa. En un
nivel menor de desarrollo se sitúa la producción de electricidad. La producción
térmica sigue una escala de usos que comienza en las calderas o estufas
individuales utilizadas tradicionalmente en los hogares.
Hoy en día existen aparatos tanto de aire, (las estufas de
toda la vida, mejoradas y actualizadas a las necesidades de los usuarios de
hoy) que calientan una única estancia, como de agua, que permiten su adaptación
a un sistema de radiadores o de suelo radiante y a otros sistemas con
producción de agua caliente sanitaria. En un segundo escalafón se sitúan las
calderas diseñadas para un bloque o edificio de viviendas, equiparables en su
funcionamiento a las habituales de gasóleo C o gas natural, que proveen a las
viviendas de calefacción y agua caliente.
Debido a la necesidad de disponer de
un lugar amplio y seco para el almacenamiento del biocombustible este tipo de
instalaciones pueden tener problemas en edificios con salas de calderas
pequeñas y poco espacio aprovechable. En cambio son una buena solución, tanto
económica como medioambiental, para edificios de nueva construcción, sobre todo
si se atienen a las nuevas ordenanzas y reglamentos elaborados o en proceso de
elaboración, como las Ordenanzas de Energía Solar (que permiten utilizar
biomasa en lugar de la citada energía renovable) o la revisión que se está
realizando del Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE).
Fuente: Residuos forestales
Otra aplicación importante de estas calderas es la conversión de las antiguas calefacciones de carbón o gasóleo C a instalaciones de biomasa, existiendo muchos ejemplos en nuestro país. La buena disposición de los vecinos que encontrarán un ahorro económico en su consumo de calefacción y agua caliente, un acertado asesoramiento profesional y espacio suficiente para el almacenamiento forman la base para este tipo de cambios.
Una red de calefacción centralizada, conocida en inglés como
district heating, supone el siguiente nivel dentro de las aplicaciones térmicas
de la biomasa. Este tipo de instalaciones están muy extendidas en el Centro y
Norte de Europa. La red de calor y agua caliente llega no sólo a urbanizaciones
y otras viviendas residenciales sino también a edificios públicos, centros
deportivos, complejos comerciales y un amplio elenco de edificios e incluso
industrias.
El mayor tamaño, tanto de las calderas como de los silos de
almacenamiento del combustible, requiere de instalaciones exclusivas para estas
centrales térmicas. Dadas las características de nuestro país, en España están
iniciándose las primeras redes de climatización centralizada alimentadas con
biomasa, las cuáles no sólo proveen de calefacción en invierno a los usuarios
sino que permiten la distribución de frío para la climatización de las
viviendas y otros edificios en verano.
Fuente: Energía de la biomasa
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