El desarrollo y operación de los actuales sistemas de
producción y consumo necesitan grandes cantidades de energía para mantenerse.
Por ello, en nuestra sociedad, los países pobres tienen un bajo consumo de
energía, mientras que el consumo energético de los países ricos es varias veces
superior a los anteriores, aún cuando sus procesos sean mucho más eficientes y
existan importantes campañas de concienciación para el ahorro energético.
Esto
significa que el desarrollo de un país implica un aumento considerable de su
consumo energético. Esta situación se puede constatar en la medida que se
analiza el aumento del consumo energético referenciado a los países en vías de
desarrollo. La Agencia Internacional de la Energía ha desarrollado diversos
proyectos sobre biomasa a través de su división IEA Bioenergy. Esta agencia
calcula que el 10% de la energía primaria mundial procede de los recursos
asociados a esta fuente, incluidos los relacionados con biocombustibles
líquidos y biogás.
Gran parte de ese porcentaje corresponde a los países pobres
y en desarrollo, donde resulta ser la materia prima más utilizada para la
producción de energía, justo en aquellos países donde se prevé un mayor aumento
de la demanda energética. Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), “algunos países pobres obtienen el 90% de
su energía de la leña y otros biocombustibles”.
Fuente: Conceptos básicos
En África, Asia y Latinoamérica representa la tercera parte del consumo energético y para 2.000 millones de personas es la principal fuente de energía en el ámbito doméstico. Pero, en muchas ocasiones, esta utilización masiva no se realiza mediante un uso racional y sostenible de los recursos, sino como una búsqueda desesperada de energía que provoca la deforestación de grandes áreas, dejando indefenso al suelo frente a la erosión.
La propia FAO reconoce que “la mejora del uso
eficiente de los recursos de la energía de la biomasa - incluidos los residuos
agrícolas y las plantaciones de materiales energéticos - ofrece oportunidades
de empleo, beneficios ambientales y una mejor infraestructura rural”. Incluso
va más allá al considerar que el uso eficiente de estas fuentes de energía
ayudarían a alcanzar dos de los objetivos de desarrollo del milenio: “erradicar
la pobreza y el hambre y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente”.
Volviendo al principio, la biomasa podría ser el vector energético que
permitiera el desarrollo de los países pobres, evitando que el aumento del
consumo energético asociado a este desarrollo pusiera en peligro el medio
ambiente y la seguridad de abastecimiento energético de nuestra sociedad.
Fuente: Energía de la biomasa
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