Un científico definiría la biomasa como: “biomasa es toda
materia orgánica susceptible de aprovechamiento energético”. Pero la realidad
de la biomasa es más profunda, estamos hablando de un vector energético que, a
corto plazo, puede ser básico en nuestra sociedad, tanto desde el punto de
vista energético y ambiental, como para el desarrollo socioeconómico de las
zonas rurales.
Actualmente, más del 80% de nuestro abastecimiento energético proviene de energías fósiles, otro 13% de energía nuclear, y solamente alrededor del 6% de Energías Renovables. Este 94% no renovable conlleva importantes implicaciones medioambientales y una fuerte dependencia del abastecimiento exterior. Los objetivos del Plan de Energías Renovables en España 2005-2010 (PER) establecen una contribución de estas fuentes renovables en el año 2010 superior al 12% de la energía primaria.
Entre las energías renovables destaca el uso de productos obtenidos a partir de materia orgánica para producir energía. Estos productos componen lo que se denomina comúnmente “biomasa”, una definición que abarca un gran grupo de materiales de diversos orígenes y con características muy diferentes. Los residuos de aprovechamientos forestales y cultivos agrícolas, residuos de podas de jardines, residuos de industrias agroforestales, cultivos con fines energéticos, combustibles líquidos derivados de productos agrícolas (los denominados biocarburantes que son tema de otra guía del IDAE), residuos de origen animal o humano, etc., todos pueden considerarse dentro de la citada definición.
Actualmente, más del 80% de nuestro abastecimiento energético proviene de energías fósiles, otro 13% de energía nuclear, y solamente alrededor del 6% de Energías Renovables. Este 94% no renovable conlleva importantes implicaciones medioambientales y una fuerte dependencia del abastecimiento exterior. Los objetivos del Plan de Energías Renovables en España 2005-2010 (PER) establecen una contribución de estas fuentes renovables en el año 2010 superior al 12% de la energía primaria.
Entre las energías renovables destaca el uso de productos obtenidos a partir de materia orgánica para producir energía. Estos productos componen lo que se denomina comúnmente “biomasa”, una definición que abarca un gran grupo de materiales de diversos orígenes y con características muy diferentes. Los residuos de aprovechamientos forestales y cultivos agrícolas, residuos de podas de jardines, residuos de industrias agroforestales, cultivos con fines energéticos, combustibles líquidos derivados de productos agrícolas (los denominados biocarburantes que son tema de otra guía del IDAE), residuos de origen animal o humano, etc., todos pueden considerarse dentro de la citada definición.
Fuente: bierzo tv
Esta heterogeneidad, tanto de recursos como de aplicaciones,
es apuntada en el Plan de Energías Renovables en España 2005-2010 como la
principal característica de la biomasa. En los objetivos finales del PER
también destaca la participación del sector de la biomasa, suponiendo en
términos de energía primaria cerca del 50% de los incrementos fijados por este
Plan. Conviene tener muy presente esta diversidad cuando se quiere realizar una
aproximación a una energía que comienza su amplio perfil desde la definición,
ya que biomasa, sin la acepción energética, es la cantidad de materia viva
presente en un medio o en un organismo.
La Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR), utiliza la definición de la Especificación Técnica Europea CEN/TS 14588 para catalogar la “biomasa” como “todo material de origen biológico excluyendo aquellos que han sido englobados en formaciones geológicas sufriendo un proceso de mineralización”. Entre estos últimos estarían el carbón, el petróleo y el gas, cuya formación y composición hace miles de años no es comparable con lo que llamamos “el balance neutro de la biomasa” en las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
La combustión de biomasa no contribuye al aumento del efecto invernadero porque el carbono que se libera forma parte de la atmósfera actual (es el que absorben y liberan continuamente las plantas durante su crecimiento) y no del subsuelo, capturado en épocas remotas, precisamente como el gas o el petróleo.